¿Son realmente las parejas opuestas las que se atraen?
Uno de los fenómenos que más puede llamar la atención en el ámbito de las relaciones de pareja es la unión de personas que aparentemente son polos opuestos. ¿Cómo es posible que puedan estar juntas? Sin embargo, recientes investigaciones han desmentido esta creencia tan extendida.
En un estudio llevado a cabo por Tanya Horwitz y Matt Keller, del Departamento de Psicología y Neurociencia y del Instituto de Genética del Comportamiento (IBG) de la Universidad de Colorado, se analizaron los rasgos que más unen a las parejas, basándose en un total de 199 estudios sobre el tema. Los resultados fueron sorprendentes y concluyentes: rasgos como las actitudes políticas y religiosas, el nivel educativo y ciertas medidas del coeficiente intelectual son los aspectos que más unen a las personas, en comparación con rasgos como la altura, el peso, las condiciones médicas o los rasgos de personalidad, que mostraron correlaciones mucho más bajas.
El mito del apareamiento humano aleatorio
La investigación de Keller, cuyos resultados han sido publicados en la revista ‘Nature Human Behaviour’, desafía la idea de que el apareamiento humano es un proceso aleatorio. «Muchos modelos genéticos suponen que el apareamiento humano es aleatorio. Este estudio demuestra que esta suposición es probablemente errónea», afirma Keller.
Sorprendentemente, solo el 3% de los rasgos analizados mostraron una tendencia a la formación de parejas entre individuos diferentes. Por el contrario, entre el 82% y el 89% de los rasgos analizados tenían más probabilidades de ser similares que diferentes, desde las tendencias políticas hasta la edad de la primera relación sexual o los hábitos de consumo de sustancias.
Horwitz añade: «La gente tiene teorías de que a los extrovertidos les gustan los introvertidos o a los extrovertidos les gustan otros extrovertidos, pero lo cierto es que es como lanzar una moneda al aire: los extrovertidos tienen las mismas probabilidades de acabar con extrovertidos que con introvertidos».
Los secretos ocultos de la elección de pareja
Los investigadores señalan que no encontraron «ninguna prueba convincente» de que los polos opuestos se atraigan. Sin embargo, sugieren que se necesitan más estudios para comprender a fondo estos hallazgos y sus implicaciones.
El rasgo en el que las parejas tenían más probabilidades de ser similares era, como era de esperar, el año de nacimiento. Además, incluso rasgos menos estudiados, como el número de parejas sexuales o si una persona había sido amamantada de niña, mostraban cierta correlación.
Horwitz destaca: «Estos resultados sugieren que, incluso en situaciones en las que tenemos la sensación de poder elegir nuestras relaciones, pueden existir mecanismos de los que no somos plenamente conscientes».
Las implicaciones de la similitud de rasgos en las parejas
Según los investigadores, el hecho de que las parejas compartan rasgos para unirse tiene implicaciones para las generaciones futuras. Dependiendo de las características que las unen, puede haber consecuencias posteriores. Por ejemplo, si las personas bajas tienen más probabilidades de tener descendencia con personas bajas y las personas altas con personas altas, podríamos ver un aumento de personas con estaturas extremas en las próximas generaciones. Lo mismo ocurre con los rasgos psiquiátricos, médicos y otros.
Además, este fenómeno también podría tener un impacto en el ámbito social. Si las personas se emparejan con individuos de un nivel educativo similar, esto podría ampliar la brecha socioeconómica. Por eso, los autores esperan que este estudio motive a realizar investigaciones interdisciplinarias en áreas como la economía, la sociología, la antropología y la psicología.
«Esperamos que la gente pueda utilizar estos datos para hacer sus propios análisis y comprender mejor cómo y por qué las personas terminan en las relaciones en las que se encuentran», concluyen los investigadores.