Una emocionante travesía por la Bagdad medieval

Assassin’s Creed Mirage: Un viaje a la ciudad de oro

La nostalgia es engañosa y tiende a edulcorar nuestros recuerdos. Parece que solo recordamos lo mejor de cada situación, filtrando lo negativo. Es por eso que cuando alguien menciona una «vuelta a las raíces», siempre hay cierta desconfianza. Y Assassin’s Creed Mirage pretende ser exactamente eso, una «vuelta a las raíces» de la franquicia más importante de Ubisoft. Y, en efecto, lo logra. El resultado es algo de lo que pueden estar orgullosos, aunque también viene acompañado de algunas complicaciones.

Un retorno a la ambientación medieval

Assassin’s Creed Mirage recupera la estética de la primera entrega de la saga, transportándonos a los imperios árabes de la Edad Media, específicamente al Imperio Abasida durante el siglo IX. Jean-Luc Sala, director artístico del juego, lo describe como «el punto culminante de la civilización en ese periodo, durante la era oscura de Europa». La historia sigue a Basim, un joven ladrón nacido en las calles de Bagdad, quien se encuentra con Los Ocultos y asciende en las filas de la Hermandad. Esta entrega replica muchos elementos de los primeros Assassin’s Creed, no solo a nivel visual, sino también en las mecánicas y estructura de la historia. Basim deberá avanzar en los rangos de la Hermandad, creciendo en fuerza y espíritu hasta convertirse en un maestro asesino. De hecho, el final de su historia ya está escrito y los jugadores lo conocen de antemano, ya que Basim terminará en Gran Bretaña ayudando a Eivor y su clan vikingo durante los eventos de Assassin’s Creed Valhalla.

Bagdad: Una ciudad de oro perdida en el tiempo

Cuando le pregunté a Jean-Luc Sala cómo describiría Bagdad en una frase, respondió: «una ciudad de oro, verdaderamente vibrante». Sala se refería no solo a los cientos de personajes que pueblan los mundos ficticios de Ubisoft, sino también a la vitalidad de Bagdad misma. La ciudad no se compone únicamente de polvo y arena, sino también del agua que fluye en todas partes y el verde de las plantas, los campos y los jardines. Bagdad era un centro de comercio, agricultura, filosofía, arquitectura, matemáticas y grandes inventos. Ubicada en medio de la ruta de la seda, esta ciudad era el epicentro del mundo y Assassin’s Creed Mirage intenta recrear esa visión. Es importante destacar que la palabra «recrear» es clave, ya que desafortunadamente no hay restos tangibles de esa antigua Bagdad. La historia de Assassin’s Creed Mirage tiene lugar justo antes de la revolución Zanj, conocida como la mayor revuelta de esclavos en la historia. Basim se encontrará con un personaje histórico importante: Alí ibn Mohammed, líder de la revolución. Este levantamiento marca el comienzo del declive del Imperio Abasida, que finalmente caería ante las tropas mongolas en 1258. El asedio destruyó la ciudad hasta sus cimientos y actualmente no queda ningún rastro de la Bagdad circular.

Desde Ubisoft Burdeos, el estudio líder del desarrollo, tuvieron que basarse en numerosas fuentes documentales y teorías de historiadores para imaginar cómo era Bagdad en el siglo IX. La característica central de la ciudad era su forma circular, con la residencia del Califa en el centro, ubicada a la misma distancia de todos los puntos de la ciudad. Sin embargo, muchos otros detalles eran un misterio. El resultado final es una ciudad viva e inmersiva, con la posibilidad de recolectar fragmentos de códices que desbloquean artículos divulgativos sobre la historia, personajes históricos y la propia ciudad. Esto es algo que se implementó en los primeros Assassin’s Creed.

La decepción del sigilo y el parkour

Assassin’s Creed siempre ha intentado ser una saga de sigilo, pero nunca ha logrado alcanzarlo por completo. Es curioso considerando que Ubisoft también es responsable de la franquicia Splinter Cell. Ni Ezio ni Altair jamás se asemejaron a Sam Fisher. El credo de los asesinos exige a sus seguidores apartar su hoja de los inocentes y moverse entre las sombras hasta alcanzar su objetivo. Sin embargo, debido a su diseño, los juegos de Assassin’s Creed siempre fueron más parecidos a un juego de acción que a Hitman. Y Mirage no es una excepción. A pesar de tener algunas mecánicas prometedoras, como el sistema de notoriedad, al final Basim deja tras de sí un rastro de cadáveres junto a sus escasos objetivos.

El sigilo siempre es una opción, pero parece que debes luchar contra el propio juego para lograrlo. No porque sea particularmente difícil, de hecho, se recomienda jugar en modo difícil, ya que en los otros niveles los guardias son demasiado permisivos y parece que tienen problemas severos de miopía. El sistema de notoriedad tiene tres niveles y si te ven cometiendo un crimen, este aumenta. Dependiendo de tu nivel de notoriedad, los guardias y los civiles reaccionarán de manera diferente ante tu presencia. Cuando el rostro de Basim adorna las paredes de la ciudad, los guardias te atacan y la gente te señala como «criminal». Sin embargo, regresar al anonimato es tan sencillo como sobornar a un predicador o arrancar tres carteles. En teoría, esto debería funcionar, pero las consecuencias reales de «delinquir» son tan escasas que a largo plazo no importan realmente. A pesar de esto, hay momentos en los que el sigilo brilla, especialmente cuando Basim se camufla entre grupos de civiles, se sienta en un banco o evita el combate escondiéndose en los toldos de los tejados. Aunque hay algunas fricciones entre los distintos pilares del juego, cuando todo funciona en conjunto, el resultado es increíble.

Otro de los pilares olvidados en Assassin’s Creed Mirage es el parkour. Como en todos los protagonistas anteriores de la franquicia, Basim es un experto en esta disciplina. Además, como menciona Ubisoft Burdeos, una de las principales atracciones de una ciudad como Bagdad es la proximidad de los edificios y sus tejados planos, lo que facilita el movimiento. Sin embargo, el parkour en Mirage es prescindible y bastante aburrido. En los primeros Assassin’s Creed tenía sentido correr por los tejados, ya que era la forma más rápida de desplazarse. De lo contrario, debías lidiar con multitudes y dar rodeos para llegar a tu objetivo. Pero en Mirage, moverse por Bagdad en camello o corriendo es casi siempre más rápido que por los tejados. Además, entregas anteriores como Assassin’s Creed Revelations, con el gancho oculto, ofrecían un minijuego durante el desplazamiento, calculando cuándo activar el gancho. En cambio, el parkour de Assassin’s Creed Mirage se resume en presionar un solo botón y mover el stick hacia adelante.

Los juegos originales activaban el movimiento con los gatillos, ya que se consideraba una parte fundamental, mientras que el combate se manejaba con los botones. Sin embargo, Mirage replica el esquema de control de Assassin’s Creed Valhalla. Si bien la industria de los videojuegos tiene mucho que agradecer a From Software y a Dark Souls, no todos los juegos necesitan tener un enfoque de combate similar.

En resumen, Assassin’s Creed Mirage ofrece un viaje a la ciudad de oro de Bagdad, llena de vida y esplendor, pero se queda corto en cuanto al sigilo y el parkour. A pesar de las fricciones entre sus distintos pilares, cuando logran trabajar en armonía, el resultado es asombroso. El juego es una verdadera «vuelta a las raíces» de la franquicia, pero no sin sus imperfecciones

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